MICRORRELATO


Y yo no lo sabía


   A todas las Itas y Marías

   De haber nacido en una familia acomodada , Ita y María serían mujeres de las que hablaríamos en un curso de igualdad, de haber podido estudiar, hubieran sido de las primeras en llegar a la Universidad, serían referentes del feminismo, adalides de la igualdad. María nace en septiembre de 1919, es 8 años mayor que Ita, que llega al mundo en junio de 1927.  Ambas vivieron las dificultades de la guerra y posguerra, ver partir a los hermanos y no saber si volverían y cuando lo hicieron, verlos famélicos (aunque reconocerían que se alimentaban incluso de ratas) y como ellas recordarían años más tarde, llenos de piojos. Vivieron también el significado de las cartillas de racionamiento... Hambre no pasaron, porque su padre era medianero y conseguía fruta y verdura, (yo aún tengo el sabor de sus guisos en mi memoria), pero sí penurias y dificultades  Pierden a su madre cuando tenían uno y nueve años respectivamente. Hoy sería impensable, pero la niña de 9, asumió las cargas de ese hogar, las labores domésticas, elaborar la comida, criar a tres hermanos más pequeños. Ella narraba que los mayores, se sentaban a la mesa y muchas de las veces no dejaban nada para el resto, por lo que tuvo que aprender a esconder alimentos para ella y los más pequeños. A duras penas aprendieron a leer y a escribir. Ita, estando al servicio de una casa, limpiando y cocinando tan solo con 11 años, pudo estudiar en un colegio de monjas, gracias a la influencia de  la señora a la que atendía. María cocinaba tan bien, que nunca le faltó empleo, además también estaba al cuidado de los pequeños de los hogares en los que trabajaba, niños que la querrían como a una madre.

   Siendo ya madre de sus dos pequeños, Ita recibió, delante de ellos, un bofetón de su esposo, porque lo fue a buscar a un bar donde estaba con sus amigos y le instó a marcharse que se hacía tarde y que los  pequeños deberían estar durmiendo ya. Pues ni corta, ni perezosa, se lo devolvió, dice que fue la primera y última vez que él la abofeteó. 

   María me contaba, que en las Fiestas del Cristo, patrón de su localidad, se reunía muchísima gente y que ellas llevaban alfileres en las manos, porque muchos hombres intentaban tocarlas y se defendían con los alfileres. Recordaba también una vez que un soldado la tocó por detrás y ella se viró y le dio un puñetazo, él  quiso golpearla, pero el compañero con el que iba se lo impidió. 

   En aquellos tiempos, de régimen dictatorial, el luto era muy riguroso, estaba prohibido asistir a un baile, a un cine, etc y debían usar velo en público. Pues estando de luto por su padre, estrenan "El último cuplé", de Sara Montiel, si no recuerdo mal, sobre el año 1957. Pues escondieron los velos en sus bolsos y a la pequeña de 6 años, que es quién me relata este episodio, hija de Ita, le dijeron que no contara que habían ido al cine, que sería su secreto, y las tres fueron a ver la película.

   No vivían en el fervor de Dios, de hecho no eran de las de ir a misa cada domingo, más bien lo evitaban. Si algo detestaba Ita era la hipocresía de la comunidad, que sí,  que sus vecinos iban a misa cada fin de semana, pero luego criticaban a la vecina que se había casado embarazada, al del supermercado, que no fiaba, a la del tercero que no metía a sus hijas en vereda, etc. Tengo que decir, que jamás la escuché criticar a nadie, siempre fue muy discreta. María ya se casó mayor, no tuvo hijos, y tampoco lo echó de menos, ella no era menos mujer por no haberlos tenido, porque la maternidad es sólo una pequeña parte de un universo mucho más amplio, que mucha gente miope no logra atisbar.


   Ita acaba de ser abuela, es la década de los 70, su hija se plantea dejar su empleo, para poder atender a la pequeña. Ita, le dice que ni se le ocurra, que a la niña la cuida ella, qué como va a perder su independencia económica, por muy bien que se lleve con su marido y por mucho que se quieran, que no es una opción. Luego llegarían dos niñas más. A María, esas tres criaturas, nietas de Ita, también la amarían como a otra abuela, porque no podía ser de otra manera. 

   El siglo XXI hace acto de presencia, a Ita, una de sus nietas, le comenta, que está pensando en irse a vivir con su pareja y lo único que contesta Ita es que si ella hubiera podido hacer lo mismo, lo hubiera hecho, sin tener que pasar por el altar con su abuelo. 

A ellas nunca les importó la cantidad de novios que pudieran tener sus nietas o su hija, aunque en este caso, lleva felizmente casada 49 primaveras con un hombre igual de feminista que ella. 

   Ita y María siempre las alentaron a estudiar, a tener independencia económica, a que no les importara lo que pensaran de ellas los demás, a no sentirse obligadas nunca a  hacer algo que no quisieran, a ser mujeres libres. Eran feministas y yo no lo sabía.

  Eran mujeres  tan extraordinarias que dejaron una huella imborrable en mi madre, mis hermanas y en mí. Han pasado ya 25 años de la partida de María y 14 de la de Ita, y no pasa un solo día que no las recuerde. Ita y María eran mis abuelas, mujeres valientes, fuertes, decididas, feministas en tiempos difíciles, que me educaron en la igualdad, en el feminismo. Casi seguro que todos ustedes tienen alguna María, alguna Ita en sus vidas.



Composición realizada por mí en 2018





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